Perros detectores de cadáveres sumergidos
Un perro se asoma por la borda de una pequeña embarcación, olfateando las partículas de la superficie del agua en busca de cualquier molécula de olor para el que ha sido entrenado a localizar: un cadáver sumergido.
Esta es una disciplina relativamente nueva en España, aunque en países como Estados Unidos hace ya muchos años que trabajan en ello. Es una de las labores más complicadas en cuanto al trabajo de detección, ya que el perro no puede moverse como desee sino que deberá ir en una barca, con su guía atento a cualquier indicio de que el perro ha localizado algo, indicando al timonel hacia dónde deben dirigirse.
Un cadáver sumergido desprende poco a poco partículas que ascienden a la superficie y estas son las que debe localizar el perro. La dificultad reside además en que estas partículas se mueven dependiendo de las corrientes o el viento.
Gracias a la labor de estos increíbles animales, se consigue localizar un cadáver en un tiempo infinitamente inferior al que se necesitaría emplear con las técnicas humanas convencionales, especialmente cuando se trata de aguas que no permiten la visibilidad y que requieren trabajos de búsqueda concienzuda palmo a palmo.